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Diagnóstico

¿Cómo se diagnostica la enfermedad de Fabry?

Muchos pacientes con enfermedad de Fabry son inicialmente mal diagnosticados ya que el curso clínico es altamente variable, con una amplia gama de diagnósticos diferenciales posibles1.

Aunque el conocimiento acerca de la enfermedad de Fabry está creciendo en la comunidad médica, en promedio, el tiempo entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico es de 13,7 años para los hombres adultos y 16,3 años para las mujeres adultas2.

Debido a la falta de especificidad de los síntomas, el diagnóstico de la enfermedad de Fabry a menudo se retrasa. Los retrasos mayores a 20 años son comunes.2

El diagnóstico temprano es esencial para manejar adecuadamente los efectos de la enfermedad en los órganos principales afectados.3

La enfermedad de Fabry se puede diagnosticar a través de un análisis de sangre comprobando el funcionamiento de la enzima alfa-galactosidasa A (α-GAL A). En orina podría haber presencia de proteínas (proteinuria) o niveles elevados de albúmina (albuminuria). La presencia de lyso-Gb3 en la sangre o la orina, otra sustancia grasa que se acumula como resultado de la deficiencia de la enzima α-GAL, también puede indicar la presencia de la enfermedad.4

En los hombres los niveles bajos o ausentes de alfa-galactosidasa A (α-GAL A) son confirmatorios del diagnóstico de la enfermedad de Fabry. La alteración genética (mutación) se confirma definitivamente por el análisis del gen GLA.4

En las mujeres, los niveles de alfa-galactosidasa A (α-GAL A) son menos predictivos que en los hombres, por lo que generalmente se necesita el análisis genético del gen GLA para confirmar la enfermedad.4

En general, el estudio molecular del gen GLA permite realizar un diagnóstico definitivo. También, se pueden realizar pruebas de secuenciación de ADN completas tanto para hombres como para mujeres con síntomas. Esto incluso es eficaz para identificar el gen defectuoso en mujeres asintomáticas.5